5 vinos blancos y un rosado para sobrevivir al verano

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Refrescos, cervezotas, copas granizadas, tés y cafés helados…. El calor pide todo eso, pero el cuerpo, el paladar  y el menú piden siempre vino. Los que da la tierra, si es que estamos de viaje, o los infalibles para cada plato.

Empecemos con blancos, estos pueden cubrir todas las necesidades, caprichos, horas y menús:

Apertas.   Uva Godello para cualquier hora. Porque su intenso aroma y su paladar goloso se acomoda a todo. A los brunch tardíos, con dulces o con salados en el plato. A los aperitivos con marisco o marisquito y con salazones, para contrastar con la golosinería del vino. Al menú de almuerzo con arroces marineros melosos o con simples ensaladas con un toque dulce, de fruta o vinagre. A la copa de media tarde para despertar los sentidos después de la siesta. Para la cena fría, púdines, patés de mar, o quesos de tacto cremoso por muy intenso que sea su perfume y muy picante su gusto. Y, por supuesto, para refrescar toda la noche.

Mestizaje.  Carácter, personalidad diferenciada. Eso es lo que da la uva autóctona Merseguera cuando cae en manos de una bodega que, por ubicación y por forma de trabajar, ha merecido la categoría de Pago propio, diferenciado de su entorno. Así es Mustiquillo,  en la finca El Terrerazo, a  900 metros de altura sobre el llano mediterráneo de Utiel, en la región valenciana. En diferentes proporciones la merseguera se aliña con Viognier y Malvasía. El resultado es aromático, cremoso y largo. Capaz de aguantarle el pulso a los arroces intensos de esas tierras, pero también de  mostrarse sutil y delicioso para tomarlo fresco y solo, a deshora.

Pazo de Señorans.  Es Albariño de libro, típico, no en vano su propietaria y creadora, Marisol Bueno,  ha sido por mucho tiempo la presidenta de la Denominación de Origen Rias Baixas , que son la cuna y hogar natural de esta uva gallega, donde vegeta, elevada en parras para evitar la humedad del suelo, muy cerca del mar. Con un rico equilibrio de fruta madura y acidez es un acompañamiento ideal de pescados y mariscos, tanto en su estado puro como en salsas, incluso con ese pimentón de la “ajada” que suele envolver al pulpo en tantas ocasiones, o con la moderna versión de pulpo ahumado.  Con su aroma de melocotones y albaricoques maduros y sus tonos florales acompaña estupendamente a muchas variantes de  repostería.

Solear.  Una manzanilla fresca para emborrachar la nariz, solo la nariz, para cerrar los ojos y dejar que la hamaca se meza como una barquita sobre las olas. Y olerla otra vez y descubrir cómo evoca y hace añorar unas almendritas saladas y fritas, o unos camarones o unas quisquillas cocidas, de cucurucho. O simplemente la arena y la espuma seca a la orilla del Mediterráneo.  Ahora si. Ya se puede probar, dejarla bailar en la boca  y regocijarse con sus destellos, amargososd ylargos como las lágrimas de las vírgenes de semana santa. Y abrir los ojos, salir de la hamaca a la mesa y descubrir que es la mejor copa para acompañar sabores orientales. El sushi es su pareja ideal.

Viña Esmeralda.  Nació allá  por los albores de los 80, cuando Bodegas Torres era la primera puerta abierta a la modernidad, a los sabores de otras latitudes, a la enología imaginativa y técnica a la vez. Y la golosa exquisitez de la uva Gewurstraminer , la sorpresa de un blanco aromático y delicado, floral y sensual en una España de tintos fue una revolución. Los nuevos viñedos no daban abasto, durante años había cupo y cola de solicitudes. Pero la viña medró y ahí sigue el vino, con distintas proporciones de Gewustraminer y Moscatel, según la cosecha y la evolución de los gustos. Delicioso precursor de tantos vinos actuales (vulgares) con los que se destetan las nuevas generaciones, los nuevos aficionados. Y sigue De-Li-Cio-So. Con mariscos de concha, con quesos azules. O como copa de noche.

Pago del Vicario, Rosado de Petit Verdot. Con su tono frambuesa intenso bien podría pasar por un tinto y así tiene un lugar en la mesa cuando lo que apetece es frescura u fruta. El vino es tan sorprendente como su entorno, la magnifica finca cerca de Ciudad Real, la imaginativa enóloga, Susana López que juega con tanta sabiduría en la viña como en la bodega, las cepas caprichosas, la tentación del hotel y el restaurante para escapada enoturística…. Y el propio vino, para enamorar incluso a quienes no les gustan los rosados. Más aún: a quienes no les gusta el vino.  Hagan la prueba. Fresco, a unos 7ºC acompaña a pastas con todo y quesos, arroces de verduras o de carne, parrilladas, verduras cocinadas o en ensaladas con algo mas que vegetales. En fin, los platos de verano.

 

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Ana Lorente, periodista gastronómica y socia de a punto

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