¿Vino con hielo? Yo no me bebo eso
Aquí os damos varios consejos para conseguir enfriar el vino sin tener que destrozarlo con una piedra de hielo
¿Vino con hielo? Yo no me bebo eso
El tinto de verano es una cosa (eso: una cosa) y otra bien distinta pedir al camarero unos cubitos de hielo para refrescar en la copa un Pingus. Eso quizá se lo pueda permitir un nuevo rico como nota de excentricidad, como los pilotos de carreras, que riegan de buen Champagne sus triunfos, pero ni va a mejorar al vino ni a tu reputación.
Trátame con cuidado!!!
Cuando se conoce la forma en que nace y se hace el vino -todo el vino y no solo el Pingus- es imposible perderle el respeto. Respeto es el cuidado a la hora de conservarlo, servirlo, acompañarlo, beberlo e incluso hablar de él. Ese cuidado, que será el último paso de su vida, el que compartiremos más íntimamente y el que deja memoria, requiere tratar la botella con mimo, para conseguir que en la copa revele todo su encanto, todo su poder, todas sus virtudes. Para eso, para que despliegue sus aromas y para que modere sus taninos, es bien sabido que debe estar a la temperatura adecuada según su tipo, su densidad, su graduación… No hay una temperatura canónica para cada tipo – 6º para espumosos, 9º para blancos y 17 º para tintos- sino la que mejore cada botella en cada entorno. No es lo mismo frente a una chimenea que bajo una sombrilla, ni el paladar pide lo mismo en el almuerzo o la cena…
Olvida los tópicos
Los libros viejos nos enseñaron a temperar los tintos que salían de la bodega del sótano y dejarlos unas horas en el comedor para que tomaran la temperatura del comedor, de la habitación (chambrear). Cosa muy útil en los castillos medievales y en las gélidas mansiones iluminadas por chimeneas. Pero hoy, y aun mucho antes del calentamiento global, el consejo es inútil, a no ser que alguien viva en el circulo polar. Mas bien nos vamos a encontrar con el problema contrario: el vino está algo caliente en invierno y en verano si en la tienda, el restaurante o la propia casa no está el aire acondicionado encendido día y noche.
5 Remedios de urgencia
La sed y el calor son un ingrediente añadido para disfrutar un vino, pero a la vez el calor es un peligro para el vino, porque con la temperatura casi siempre crece la sensación de dulzor, disminuye la de acidez, cambian los aromas más inmediatos, se hace presente el alcohol, el vino parece tener un tacto más pesado, mas volumen…
Por muy organizados que seamos, tanto en casa como en el restaurante nos podemos enfrentar con la necesidad de tener que enfriar un vino recién llegado o recién sacado para una visita o un menú improvisado.
- Hasta Jancis Robinson, la experta mas respetada del mundo, confiesa en su manual“Experto en vino en 24 horas” que tiene memoria de haber echado un hielo en una copa de vino peleón, pero no es necesario caer tan bajo. En casa conviene tener unas cuantas uvas en el congelador que sustituyen con ventaja a los cubitos y, además, se pueden comer al acabar la copa. O al menos cubitos de silicona o plástico que no huela ni deje sabor. Cualquier idea es buena para no aguar el vino el placer.
- Para un tinto basta con meter la botella poco antes en la nevera o inmediatamente en una cubitera con hielo y agua para conseguir que el frio envuelva plenamente la botella, y eso si, siempre.
- Si es un vino blanco, rosado o un espumoso, que requieren en general una temperatura mas baja, hay que acudir al congelador y poner una alarma en el móvil para no olvidarse de sacarlo, para evitar que la botella explote allí o, lo que es peor, en la mano. Con menos de una hora bastará. Además , en una cata comparativa de temperaturas y métodos de enfriado realizada en 2020 por Vila Viniteca comprobaron que no hay sensible diferencia entre el enfriado breve en nevera, cubitera y congelador.
- El proceso se acelera aún más si envolvemos la botella con un paño mojado entes de ponerla en el congelador. Esa envoltura es triplemente eficaz: acelera el enfriamiento, protege en caso de desastre y, como envoltura gélida, servirá para mantener la botella fría en la mesa durante un buen rato.
- Y justo antes de servir se puede enfriar la propia copa, si ha estado al aire o acaba de salir del lavavajillas, girándola con un hielo dentro y cuando está escarchada, sacarlo y verter el vino.
Eso para empezar. El final debe ser como siempre: brindar y disfrutar. Chin chin