Proteínas: alimentación o nutrición?

Por el
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Proteínas alimentación o nutrición: los temas alimentarios ocupan buena parte de las preocupaciones y ocupaciones de los individuos y de sociedad actual. Desde la sobrealimentación al hambre, desde la ética a la estética, desde la ecología al despilfarro y, por encima de todo, la salud.

La alimentación vista desde todos esos planos genera información – mensajes y actitudes- en los que se cuela la ideología, la opinión, las motivaciones culturales, los gustos, y priman sobre lo que es inamovible, lo indiscutible e involuntario, que es la nutrición: las necesidades biológicas de cada organismo.

Y es que podemos transformar, modificar los alimentos y los procesos para generar los alimentos, pero no las necesidades nutricionales. Por eso tenemos que hablar de proteínas alimentación o nutrición

El organismo humano está compuesto sobre todo por proteínas, que son grandes moléculas compuestas por otras simples que son los aminoácidos.  Las proteínas están en todas las células del cuerpo, en todos los tejidos, y se ocupan hasta de los más mínimos procesos necesarios para la vida: la respiración, la digestión, el movimiento de la sangre, el de los músculos…, en fin, TODO. 

Las proteínas ocupan más de la mitad de nuestro peso corporal. Algunos de sus componentes, 10 de los 20 aminoácidos, se generan directamente en el organismo, pero los otros hay que obtenerlos de los alimentos, esos se llaman esenciales porque son fundamentales para la nutrición

  En alimentos de origen animal los aminoácidos vienen ya unidos, convertidos en proteínas, pero la mayoría de los vegetales los contienen por separado, de ahí que haya que atender sobre todo a la variedad de la dieta y a las combinaciones clásicas, por ejemplo, de legumbres y cereales, ya que ese puzzle si que aporta la proteína completa, sea en el mismo plato (lentejas con arroz, pasta con verduras, pan con pipas, tostadas con crema de cacahuete, cuscús con garbanzos y frutos secos…) o variando a lo largo del día. Las necesidades de proteína diaria de los adultos se cifran en 0,83 grs. por kilo de peso.

Que cada cual haga sus cuentas y busque sus preferencias en las tablas de composición de alimentos, sea la de la OMS o – mas cerca y muy útil y precisa- la que publica el hospital San Joan de Deu, de la Universidad de Barcelona. Allí encontrará cuánta proteína hay en 100 grs. de casi todos los alimentos imaginables. Y aun más fácil, cuantos gramos de cada alimento hay que tomar para conseguir 1 gr. de proteína. Las cifras resultan muy ilustrativas, muy descubridoras.  

Por ejemplo, una persona de 60 k. necesita unos 50 grs de proteína. Y eso lo puede encontrar en algo más de medio litro de leche condensada, o en medio kilo de tocino o en ¼ de kilo de caviar, o en 7 k. de berenjena, en 10 k de sandía, en ¾ de k. de patatas chips o en 140 grs. de soja cruda, o en poco más de 1 litro de bebida de soja, o apenas 90 grs de insectos, de grillos .  Hay mucho para elegir, pero las posibilidades se reducen si se aplica un poco de sentido común porque hay que estar muy loco para pimplarse dos latas de leche condensada o 10 sandías.

Y ahí es donde entra el juego del equilibrio, la estética, la moral, la tradición y la cultura. Por ejemplo las razones para abrazar el veganismo, para erradicar de la dieta los alimentos animales o, por el contrario, para adentrarse en el consumo de insectos que viene a redescubrir la dieta Paleolítica, anterior aun a los cazadores recolectores.

A la enorme oferta natural de alimentos se han venido a incorporar los llamados “funcionales”, las combinaciones que incrementan las propiedades de un producto a base de hacerlo mas digestivo, más vitaminado, más o más adecuado a las necesidades personales, sea el crecimiento o la edad, sea a un estilo de vida deportivo o a una estricta dieta vegana, en la que no entra ningún elemento animal, ni su cuerpo ni lo que produce.

Para ello se sustituye la proteína animal por proteína vegetal y por combinaciones enriquecedoras, tanto en los preparados industriales como en la cocina doméstica más natural y auténtica.

Los ingredientes más apreciados en busca de proteína son:

  • Soja en todas sus versiones ( visita aquí nuestro post donde analizamos desde la soja en grano a las bebidas , soja texturizada, fermentados y su empleo en la cocina) Tiene entre un 30 y 50% de proteína en peso, según la preparación.
  • Algas que tienen la ventaja, sobre los vegetales terrestres, de contener vitamina del grupo B, como la imprescindible B 12 que no abunda fuera del  reino animal. La Spirulina contiene 60% de proteína, la Nori que conocimos envolviendo los rollitos de sushi, 30%.
  • Levadura de cerveza, estupenda para dar un ultimo toque al aliño de ensaladas. No solo contiene de 40 a 60% de proteína sino también vitaminas B y minerales.
  • Quinoa. Contiene más de 16% de proteína de muy alto valor nutritivo porque contiene 16 de los 20 aminoacidos que necesita el organismo humano. Y es muy versátil en la cocina
  • Semillas como Pipas de girasol o calabaza, solas o añadidas a reposterías y panadería y a guisos y estofados.
  • Los olvidados Altramuces que se pueden emplear como habas o habichuelas en guisos, o simplemente cocidos como, aperitivos entretenidos y saciantes.
  • Cacahuetes. Vale la pena pensar en ellos como legumbres y en su crema como un hummus y no una golosina azucarada.
  • Frutos secos : anacardos remojados para elaborar cremas densas que sustituyen a los quesos; Almendras, avellanas, nueces, piñones.. toda una despensa de energía y saludables grasas vegetales.
  • Legumbres Las tradicionales babarrunas o judías negras son las mas  proteícas , pero todas las judías, garbanzos, guisantes  y lentejas contienen proteína que se crece si se cocinan con arroz (mejor integral).

Decíamos al principio que la alimentación es todo el proceso voluntario y consciente de procurarse alimentos, desde la siembra, el transporte, el mercado, la selección, la cocina, la mesa…  mientras que la nutrición es el proceso involuntario, natural, que ocurre después de tragar. Pero esa división no es tan radical: saber que lo que comemos es sano y bueno, que cumplimos con nuestro deber en la cadena alimentaria y que somos conscientes de lo que comemos, ayuda a nutrirnos mejor.

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