Tres estrellas fugaces brillan en Madrid
No te pierdas una visita a la Osteria Francescana
Ellos son (y poca presentación necesitan), Massimo Bottura, Virgilio Martínez y David Thompson; los tres con restaurantes incluidos en la lista de los 50 mejores del mundo; y hoy han estado brillando entre burbujas de champagne en la nueva edición de la Maison G.H. Mumm.
Bottura, que en su día pasó por las cocinas de A Punto, ha declarado hoy que “arte, música y cocina” son sus tres pasiones. Y nos lo creemos, porque sus creaciones son luz para los ojos, lo que él dice es música para los oídos y sus platos son miel para la boca. Y si no, que nos lo digan a los que hemos probado su ‘macaron’ de avellana, foie gras y trufa blanca… Puro piacere!
Muchos sabemos que el parmesano y el vinagre de Módena (como él) son dos de sus ingredientes fetiche, pero eso no lo es todo. Descubre sus secretos en ‘Nunca confíes en un chef italiano delgado’. (Sí, así se titula su libro).
Por otro lado, Virgilio Martínez nos traslada entonces a Perú, y precisamente se pregunta “qué pasó, quiénes somos y de dónde venimos los peruanos”. Y esa reflexión la hace a través de sus platos, con los que quiere dar a conocer al mundo lo que hay detrás de su cultura y su gente.
Emblemático es su restaurante ‘Central’ en Lima, pero aun no tan conocido es el libro homónimo, y es que acaba de salir a la venta (también en la librería de A Punto).
¿Qué hace un australiano con la cocina tailandesa? Eso se pregunta David Thompson, y él es el más indicado para responderlo, porque es su máximo representante. Cuenta que tardó un tiempo en apreciar la gastronomía tailandesa, pero que consiguió enamorarse del caos de este país y así también de sus sabores. Treinta años más tarde, él nos lo hace apreciar a nosotros. Nos acerca esa cocina y nos da una nueva versión.
Para los que no tenemos la suerte de ir a Bangkok para entenderlo, nos recomienda el libro ‘Thai Food’ con más de seiscientas páginas para viajar sin salir de casa (por supuesto, también con recetas; que no todo va a ser leer). ¡Viva el caos de Thompson, y el de Tailandia también!