Comer con Vistas
Si tienes vértigo, no sigas leyendo. Porque vamos a saltar de una azotea a otra, de un tejado a otro, sin tocar el suelo. Allí el aire está más limpio, el ambiente más fresco, se descansa mejor y se come muy bueno. Restaurantes de altura, en todos los sentidos, donde disfrutar de excelente gastronomía observando las atalayas de la capital. Y es que, de Madrid al cielo.
A un lado y a otro de la calle de Alcalá se alzan nuestras cinco primeras paradas. Una constelación de terrazas y miradores que aprovechan el bellísimo marco del casco histórico para engalanarse simplemente con sus vistas.
Empezamos con uno de los enclaves más emblemáticos: el Palacio de Cibeles, situado justo en la confluencia de la calle Alcalá con el Paseo del Prado. El restaurante, regentado por Adolfo Muñoz, se adueña de la sexta planta. Tras mirar a la diosa Cibeles a los ojos, podremos echar un vistazo a la carta y dejarnos sorprender por sus especialidades: la carne de caza, el pescado de mercado y el vino.
Desde allí, de un revoloteo nos plantamos en el Mirador del Thyssen, uno de los vértices del llamado Triángulo del Arte. Abierto sólo en los meses de verano, deleita la vista con una preciosa estampa de Los Jerónimos y el paladar con una sofisticada cocina mediterránea bajo la batuta del chef del Antiguo Convento Catering.
Nuestra siguiente parada es El Cielo del Urban, el restaurante que domina la cúspide del Hotel Urban en la Carrera de San Jerónimo. Con un ambiente basado en la luz y el cristal, su propuesta culinaria es sobria y trabajada, destacando producto como el Wagyu o los berberechos naturales de Cambados.
Planeamos ahora hacia la otra orilla de la calle Alcalá y aterrizamos en La Terraza del Casino. El restaurante dirigido por Paco Roncero y antaño asesorado por Ferrán Adriá es un clásico de la gastronomía madrileña. Su propuesta es lujosa y cuidada; tanto, que exigen a su clientela un código de vestimenta para no romper la armonía con el escenario. Su fuerte son los pescados y la carne, la bodega y un servicio impecable.
Remontamos hasta el restaurante Ático, en su eterno duelo de miradas con el Círculo de Bellas Artes puesto que se localiza en plena Gran Vía. El maravilloso panorama que se contempla desde su terraza se completa con la cocina tradicional y centrada de en el producto de Ramón Freixa.
Gran Vía arriba, nos desviamos hacia la calle de la Luna y en el antiguo emplazamiento de los Cines Luna para encontrar el Gymage Lounge Resort. Este multiespacio con gimnasio, teatro y salas de relajación alberga en su terraza de diseño espacial y estupendas vistas de Malasaña una propuesta centrada en el picoteo, los cócteles y las hamburguesas. Cuenta también con zonas verdes y música ambiental para que la desconexión del bullicio metropolitano sea absoluta.
Nos dejamos llevar de nuevo por Gran Vía, subiendo, subiendo, hasta Plaza de España. Allí, en la última planta del Dear Hotel, nos espera el Nice To Meet You Restaurant Lounge, un lugar que apuesta por la actualidad y el diseño. Su terraza panorámica de 360° nos permitirá abarcar el centro de la ciudad de punta a punta. Su carta, variada y original, tiene una profunda raíz mediterránea con algunos toques internacionales.
Ahora tenemos que tomar aire y prepararnos. No sólo tenemos que recorrer una larga distancia sino que tenemos que ascender al restaurante más alto de España: Espacio 33. Situado en el Paseo de la Castellana, su nombre proviene de su ubicación: en la planta 33 de la Torre Espacio. Para no marearse a esas alturas, hay que concentrarse en los sabores: tradicionales, estacionales, con mimo hacia la materia prima. Y todo regado con buenos vinos de numerosas denominaciones de origen.
La última parada nos saca de Madrid ciudad y nos lleva hasta Pozuelo de Alarcón, donde El Cielo de Urrechu, desde su elevada posición, observa cómo se extiende Madrid a sus pies. Por su parte, el chef Íñigo Urrechu realza las vistas con una creativa fusión entre las gastronomías vasca y navarra.
Y con esto nos quedamos: excelentes citas para regalarnos el paladar y la vista. Ha sido una jornada llena de emociones y es momento de ahuecar el ala y bajar al suelo. ¿Pero quién puede volver a mirar Madrid con los mismos ojos después de contemplarla desde su perfil más bello?